Los contratos inteligentes explicados en 6 párrafos  

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Hoy por hoy, cuando necesitamos un taxi echamos mano del teléfono celular, donde un programa de cómputo nos resuelve la necesidad. Luego de un rato, salimos a la calle, abordamos el vehículo y asunto resuelto. Nada de levantar la mano a la orilla de la banqueta, de dar instrucciones sobre la ruta o de ver si el taxista tiene cambio. ¿Sería posible que necesidades como arrendar un inmueble o recibir la restitución al usar una póliza de seguro se resolvieran con igual facilidad? Quienes hoy proponen el concepto del smart contract (o su traducción al español, contrato inteligente) aseguran que lo es. Veamos de qué se trata. 

1. La lógica del negocio  

En rigor, los contratos inteligentes son lo opuesto. La noción de inteligencia presupone discernimiento y voluntad. El contrato inteligente no las tiene. No es más que una cierta cantidad de lenguaje de programación que codifica una lógica de negocio mediante una serie de enunciados del tipo “si tal cosa, entonces tal otra cosa”.  

Veamos un ejemplo de cómo se traduciría un acuerdo contractual como lo conocemos en enunciados del tipo “si / entonces”. Supongamos un agricultor que adquiere una póliza para asegurar su cosecha en caso de que la pierda por mal clima. El programa de cómputo contendría cuatro enunciados fundamentales:  

  • Si el agricultor paga tal cantidad, asegura por cierto monto su cosecha contra mal clima.  
  • Si durante el año ocurre una onda de calor de más de tanta temperatura durante más de equis días seguidos, se considera como mal clima y se le pagará al agricultor el monto. 
  • Si una persona aporta equis cantidad, se convierte en socio de la empresa aseguradora. 
  • Si al final del año no se pierde la cosecha, a la persona que aportó equis se le devuelve su aportación más la parte proporcional de la cantidad tal, que es la prima de seguro del agricultor. 

2. Los oráculos 

Otros elementos del código del contrato son los llamados “oráculos”. El término se refiere a la forma como se obtienen los datos que los enunciados necesitan para ejecutarse. En el ejemplo anterior, un oráculo definiría cuál fuente se va a emplear para determinar si se dan las condiciones climáticas propias del concepto ”onda de calor”.  

Habrá otros oráculos responsables de identificar inequívocamente a las personas. En la situación de México, esto podría ser la vía de consulta de la base de datos del INE, que acreditaría la existencia física del agricultor y de quienes financian el seguro. 

Puesto que el acuerdo involucra transacciones monetarias, habrá también oráculos que determinen si el agricultor o los inversionistas disponen de fondos para adquirir la póliza o invertir, respectivamente. En este sentido, lo probable es que los participantes tengan que disponer de monederos personales con criptomoneda de algún tipo. 

Un paquete de pólizas similares literalmente constituiría un emprendimiento tipo insurtech, que se administraría casi sola. Su funcionamiento requeriría una cantidad significativamente más reducida de gente que la de una organización con el mismo propósito, así como las conocemos hasta ahora. 

3. La inmutabilidad 

Algo que distingue a un contrato inteligente de otros programas de cómputo es que una vez que el programador termina de desarrollarlo y ha verificado su funcionamiento correcto, todo se almacena en una base de datos tipo blockchain (o bloque de datos). Esto asegura su inmutabilidad, pues las líneas de código se fragmentan y almacenan en una serie de bloques ordenados en cadena y enlazados uno al otro mediante fragmentos de código. 

Los bloques de código asemejan los furgones que forman un convoy de ferrocarril. La diferencia respecto de los furgones reales es que el acoplamiento en cada par de bloques es único y específico del par copiado. Esto impide cambiar un bloque por otro, pues hacerlo echaría a perder la serie completa.  

En el ejemplo anterior, la idea “mal clima” se definió por una condición única, “equis días continuos con temperatura de más de tanto”. Pero una póliza con una cobertura limitada a una sola condición no resulta practicable en términos de negocio real. Aun si se solo se tomara en cuenta la temperatura, el mal clima que destruye una cosecha puede darse de muchas formas, además de la aquí expuesta. Mientras mayor sea el número de factores climáticos que se quiera considerar (como lluvia, heladas o granizo), se tendrá un producto más atractivo. Pero las combinaciones de posibilidades que constituyen “mal clima” crecerán exponencialmente y la lógica de negocio se volverá más compleja. Evidentemente, el desarrollador tendrá que poner particular cuidado de que el código cumpla la lógica de negocio al pie de la letra. 

4. La transparencia 

Otro atributo propio de los contratos inteligentes es que no se instalan en un equipo, como las aplicaciones que usamos para hacer operaciones bancarias en línea con nuestros teléfonos. Tampoco se hospedan en un servidor específico, como los servicios tipo SaaS en la nube. Esto permite que cualquiera los pueda consultar, eliminando la posibilidad de que una parte reniegue de lo acordado argumentando discrepancias entre su copia del contrato y las de las otras partes. Se encuentran distribuidos en aparatos de cómputo enlazados en red por todo el mundo.  

5. La tecnología 

La idea de hacer un programa de cómputo capaz de todo lo aquí descrito se debe a Nicholas Szabo, un experto en leyes, criptógrafo y programador (computer scientist en inglés) estadounidense. Su objetivo era que el programa “satisficiera las condiciones contractuales comunes, reduciendo al mínimo las excepciones deliberadas o accidentales y la necesidad de un intermediario confiable” por acuerdo común de las partes. En un contrato de arrendamiento de tinta y papel, los intermediarios entre arrendatario y arrendador son abogados y autoridades del fuero civil, con todo lo que llevan de por medio en cuanto a confiabilidad, eficiencia y accesibilidad.  

Esa idea data del siglo pasado (1997). Llevarla a efecto en ese entonces no resultaba práctico. Aunque el principio de la cadena de bloques ya tenía más de 15 años de formularse, no se disponía de la capacidad de cómputo que permitiera su aplicación práctica. El internet (o más propiamente, la red mundial o world wide web), los procesadores de hoy y la creación de plataformas en línea que permitan hospedar código según los principios de la cadena de bloques es lo que hasta ahora le da viabilidad. De ahí su actual prominencia.  

Hoy por hoy, lo común es que un contrato inteligente se desarrolle en el lenguaje Solidity y se hospede en la plataforma Ethereum. Es la que hoy domina el panorama, pero no es imposible que en el futuro surjan competidores que lleguen a disputarle su predominio. 

6. Adiós a los abogados 

Nada más equivocado que pensar esto. Sin embargo, es un hecho que conforme crezca el uso de contratos inteligentes comenzará a modificarse la práctica de la profesión. Es importante recalcar que el contrato inteligente solamente constituye la expresión en código de una serie de ideas concebidas por un cerebro humano, un abogado en este caso. De un modo u otro, las ideas se deben expresar con lenguaje humano en un medio legible a ojos humanos, lo mismo para el programador del contrato inteligente como para quienes lo usarán.  

Las posibilidades del concepto del contrato inteligente apenas comienzan a explorarse. Igual cabe decir de la tecnología blockchain, sobre la cual descansan. Sin embargo, el consenso es que tienen un gran potencial para hacer frente a los desafíos del ataque cibernético, hoy por hoy el obstáculo más importante para el continuado desarrollo de los negocios digitales. Si necesitas explorar con más detalle cómo aprovecharlos en tu organización, solicita una cita en contacto@lennken.com. 

Mauricio Prieto

CEO de Lennken Group

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