
En 15 años desde el lanzamiento del primer teléfono, la combinación del dispositivo y los programas que los usuarios les instalan para tal o cual propósito —lo que tengo lo que conocemos como “apps” o “aplicaciones”— se convirtieron en parte de la cotidianidad a la que estamos tan habituados que resulta difícil imaginar cómo resolver la vida sin uno y los otros. “Te apuesto que hay una app para eso” ya es una verdad tan cierta como “el cielo es azul”.
Durante la primera mitad de 2020, la medida inicial para combatir la emergencia sanitaria fue el confinamiento. Cambió de modo radical la vida de las poblaciones urbanas, casi dos de cada tres personas en el mundo. De la noche a la mañana, recursos y herramientas de la tecnología digital pasaron a sustituir los contactos del día a día: trabajo, consumo y convivencia, todo en línea. La imposibilidad de mantener el contacto humano acostumbrado hizo que nos volcáramos sobre teléfonos y aplicaciones, a encontrar sustitutos.
A todas luces, cambiaron los patrones de descarga en las tiendas de apps en línea. ¿Qué sentido descargar una aplicación de turismo si viajar es imposible? ¿Por qué no mejor aprender el idioma de ese destino a donde tanto se desea viajar? Esos cambios también alteraron las posibilidades de negocio que, para bien o para mal, impulsan la creación de aplicaciones. Al fin y al cabo, se trata de eso, hacer negocio satisfaciendo necesidades.
Los pronósticos sobre el final de la emergencia sanitaria continúan postergándolo. Pero en este inicio de año, a 48 meses de que el problema se propagara a todo el mundo, ya se puede examinar el panorama, para pronosticar las categorías de aplicación y patrones de comportamiento más prometedores en términos mercadotécnicos. Sostenemos que ya arraigaron en los hábitos de los usuarios. De un modo u otro, ya nadie piensa las cosas volverán a ser como lo eran al terminar 2019.
Las categorías más prometedoras
Resulta revelador examinar las categorías de aplicación que crecieron más en descargas y usuarios durante los últimos 36 meses. Nos trazan el perfil de lo que interesa y mueve a las poblaciones urbanas en todo el mundo, las que al margen del país donde habitan, navegarán las amplias posibilidades y conexiones entre el ciberespacio y la realidad de piedra y lodo en un mundo post covid19. Veamos de qué se trata:
Mantener la forma y la salud mental. La imposibilidad de ir al parque a hacer ejercicio y las arraigadas preocupaciones por mantener la forma explican que las aplicaciones con rutinas de ejercicio crecieran. A mediano plazo permanecerán las que hagan sinergia con redes sociales o que incorporen funciones de socialización. Si el ejercicio diario es un hábito saludable, practicarlo (y competir) en compañía lo afianzan. Por otra parte, los recursos tecnológicos digitales se prestan bien para dirigir rutinas de meditación. Todo sugiere que quienes hayan adquirido hábitos en este sentido buscarán mantenerlos, con o sin emergencia sanitaria.
Cuidado de la salud. Tampoco sorprende que esta categoría se expandiera. Va muy de la mano con la categoría anterior y encaja lo mismo con la circunstancia de la pandemia que con las preocupaciones generacionales. Además, los costos de la atención médica privada, que a nivel mundial crecen por encima de la inflación, impulsan la creación de nuevos modos de atención a distancia.
Concertar citas. El uso de las aplicaciones para concertar citas y conseguir pareja disminuyó durante las fases iniciales de la pandemia. Creció en el verano pasado, aunque resultó prematuro esperar que las vacunas la aniquilarían. Pero a largo plazo, lo que parece fomentar más su uso es la sinergia con el minivideo.
Aprender idiomas. En esta categoría, las estadísticas muestran un aumento súbito al comienzo de la pandemia y después, crecimiento gradual. Lo impulsaron la esperanza de viajar como antes de 2020 y tiempo libre de sobra, por las limitaciones de socializar. Muchos optaron por aprovechar para cuando los viajes fueran de nuevo realidad.
El audio social
Se trata de una novedad que está por extenderse más allá de Estados Unidos. Su primer exponente, Clubhouse, surgió en 2020, continúa con el máximo de seguidores frente a sus competidores y en cierto sentido, marca el rumbo.
¿De qué se trata? Clubhouse “es un lugar para hacer nuevos amigos y conocer gente de todo el mundo… y tener conversaciones informales sobre mil y un asuntos”. El usuario entra a un “salón” donde escucha —y participa, si quiere— en las conversaciones en curso. Además, puede ser anfitrión de un salón o guardar una conversación para oírla luego.
Grandes marcas ya padecieron el poder que pueden tener las opiniones derogatorias de los consumidores si se transmiten de boca en boca. El audio social aspira a convertirse en el “boca en boca oficial” y por eso las celebridades de la farándula o del mundo de los negocios ya tienen su presencia en la app. Igual de revelador es que redes sociales como Facebook y Twitter, o medios como Spotify, hayan lanzado sus propias versiones. Diez millones de usuarios de Clubhouse no son nada frente a los miles de millones de otras redes. Pero el medio llegó para quedarse.
El minivideo
Desde 2020, las descargas de la aplicación de TikTok se dispararon. A su crecimiento tan acelerado se le atribuye con frecuencia el estallido de la pandemia. El formato que está en su médula es, al fin y al cabo, una manera de mostrarse y comunicarse con los demás, aunque con limitaciones. Pero la aplicación también se ha visto al centro de más de una controversia, con gobiernos que la consideran perjudicial, por la fuerza adictiva con la que atrapa a algunos de sus usuarios.
El formato de minivideo continuará creciendo en este año. Además de que TikTok ya enfrenta competidores de peso como Reels o Triller, también se dispone ya de derivaciones como YouTube Shorts, donde se entrecruzan la aplicación en teléfono móvil y el servicio de hospedaje en la nube.
Pero otro factor de mediano plazo es el demográfico. La mayoría de los usuarios del minivideo no tiene ni 25 años. Madurarán y al hacerlo, mantendrán sus aficiones, aunque los contenidos cambien con el paso de la adolescencia a la madurez. Pero el formato del minivideo satisface atributos importantes de lo que se describe como la “personalidad generacional” de sus usuarios: breves lapsos de atención, fuerte sentido de la individualidad, afición por lo nuevo y lo vistoso.
Contenido por paga
Las redes sociales nos han rebasado. En cantidad de contenido, por desconfianza ante las acusaciones de que invaden nuestra privacidad y por el tráfico que hacen con nuestros datos, ya no son lo que fueron. Esto hace que crezcan otro tipo de espacios en línea, redes sociales, foros o plataformas para alojar y descargar contenidos. Puede tratarse música de un cierto grupo, pueden ser videos para aprender una destreza o conocer de cierto tema, puede ser un boletín, un blog o un foro con textos exclusivos acerca de tal o cual materia. La diferencia es que el acceso no es gratuito. Una aplicación es un recurso perfecto para cuidar la vía de ingreso y justo por eso, los términos de participación están regulados.
Dos ejemplos lo ilustran, OnlyFans y Patreon. Se les conoce por razones muy distintas. Pero al fin y al cabo, demuestran que los usuarios no siempre optan por permanecer pasivos ante lo que un algoritmo de la red social equis o zeta les presenta, decidiendo que eso es lo que prefieren porque sus patrones de consumo de contenido han sido así o asá. Existen perfiles de usuario con intereses acotados. Quien los logra identificar y tiene contenido de calidad, puede ponerle precio.
Estos pronósticos tal vez no se cumplan. Esa es parte de su naturaleza. Solo al paso del tiempo se sabrá si hoy acertamos. Pero al inicio de 2022, con casi dos décadas en el vertiginoso mundo de las tecnologías digitales, en Lennken Group apostamos por esto. contacto@lennken.com